Cusco, sin duda una de las mejores ciudades que tiene el Perú, pero,
por que menospreciar a las otras ciudades, todas tiene su magia, aunque
muchos digan lo contrario. Esta ciudad tiene algo único .Un mítico
barrio bohemio en el centro de la ciudad, los hermosos muros de piedra
que reflejan su asombrosa historia, grandes templos que imponentes se
muestran a la vista de turistas de todo
el mundo, pero hay un lugar, en el que viví algo hermoso, algo que tal
vez le paso a todos los que estén leyendo esto ahora.
El día
comenzó muy normal, era un viernes, los cursos en la universidad no eran
tan pesados y como es usual, siempre te trae un poco de paz saber que
tendrás dos días de descanso, todo un ciclo en un estudiante, ya seas
universitario o colegial. Los lunes son la pesadilla de todos, comienzas
sin ganas de salir de tu confort, esas ganas empiezan a aumentar a
medida que transcurre la semana, hasta que llega el esperado día. Como
es costumbre la mayoría se reúne en bares, cerca de la universidad (si
se les puede llamar así), que para mí no son más que unos basureros
donde ves lo peor de las personas, y no es que este generalizando a
todos los bares que existan sino específicamente a estos, pero bueno son
otra historia.
Transcurría aproximadamente las 7 pm, tire mi
mochila y deje caer mi cuerpo en el sofá, conecte mi reproductor a los
parlantes y deje sonar un par de canciones, era un viernes como
cualquier otro, pero también como es usual en mi me dieron unas
repentinas ganas de tomar un café o un trago. No lo dude y me vestí
rápidamente, un poco de perfume, la billetera, el teléfono, las llaves y
un libro (cosa que nunca debo olvidar) todo estaba en orden. Emprendí
mi rumbo hacia el centro, la noche era tranquila, los turistas de
siempre, unos tomándose fotos, otros simplemente pasando el rato, amigos
conversando, parejas caminado de la mano, todo normal, decidí donde
pasar el rato, estaba muy cansado como para subir a San Blas y la plaza
principal siempre estaba llena, el lugar perfecto seria Regocijo " La
plaza del amor" Muchos lo llamaban así, yo no sabía él porque, luego
pensé que pude haber ido a la plaza Nazarenas pero ya me encontraba en
Regocijo.
Pasaron aproximadamente 20 minutos, me encontraba
sentado escuchando música, viendo la gente pasar, mientras terminaba de
consumirse mi segundo cigarro, la gente iba y venía, los asientos se
vaciaban, precisamente uno que estaba cerca al mío se encontraba vacío,
hasta que alguien lo ocupo, como es de costumbre uno siempre voltear a
ver quién es y luego voltea a su mundo nuevamente, lo cual hice pero mi
mundo tuvo que esperar, porque tardaría en volver. Vi su pelo negro
moverse con el viento que corría, no diré que su pelo era negro como el
bello cielo nocturno. ¿Por qué? No lo sé, pero en lo fondo lo era,
llevaba unas lindas botas negras y una casaca de cuero que la hacía ver
ruda y a la vez sexy, se sentó y saco del bolso el móvil junto a unos
audífonos y se los puso a los oídos mientras observaba su móvil. Tal vez
esperaba a alguien, quien sea el tipo, es afortunado, no aleje la vista
de ella por unos 3 minutos hasta que vi que levanto la mirada, mi
reacción instantánea fue buscar otro cigarro y hacer como si no pasara
nada, dentro de mí se formulaba una posible conversación, todas ideas
locas como: ¿Que hora tiene? Lo cual sería ilógico ya que de seguro
olvidaría guardar mis audífonos y se notaría que tengo un móvil o
reproductor, además en estos tiempos es imposible que alguien no lleve
un móvil y un reloj, otra opción podría ser fingir una voz de “gringo” y
preguntarle si me puede guiar a algún museo o algo parecido, ambas
ideas retorcidas y con poco ingenio, lo mejor sería solo tomar valor y
listo, pero el miedo a un rotundo “¡No!” hacían que me quedara en mi
asiento, prefería seguir fantaseando que arruinar la situación.
Pasaba el rato, la observaba más discretamente que al inicio, ella
seguía atenta al móvil y levantando la mirada como quien busca a
alguien. Mi cuerpo explotaba por dentro, no era necesariamente la
impotencia, porque si podía hacerlo, sino era el temor a fallar el que
me volvía loco, hasta que ella se levantó del asiento se acomodó el
bolso, guardo el móvil dentro y se dirigía hacia la plaza principal. Me
quede solo, tal vez era mi destino, pero era un destino que yo había
creado, porque tuve la oportunidad y no la supe aprovechar, en fin, me
quede sentado unos 5 minutos más mientras pensaba que haría, ¿Un bar o un
café? Al final me decidí por el café, me levante y emprendí mi rumbo ,
baje un poco en dirección a una calle llamada Ayacucho y en el camino me
encontré un pequeño y acogedor café, nunca antes había entrado ahí, así
que tenía que probarlo. Entre y me senté en una mesa, ordene un café
irlandés y empecé a leer mi libro mientras esperaba, no sabía
exactamente la razón por la que Verónika decide morir, tal vez porque le
paso lo mismo que a mí, empecé a leer ese libro muy concentrado
enterándome que el medio de Verónika eran las pastillas, cuando un ruido
estruendoso hizo llamar mi atención, en ese momento pensé “Quien será
el idiota que me desconcentro “. Entonces una tierna voz dijo “Disculpe,
que torpe que soy” entre risas, siendo esta respondida con un serio “No
se preocupe, aquí tiene la carta” de parte de la mesera, yo me quede
observando a la chica, no podía creerlo, era ella se veía más hermosa,
su pelo lacio y negro jugaba perfectamente con su blanca piel, unos ojos
cafés adornaban su mirada y esos hermosos labios rojos que hacían juego
con el polo de “The Rolling Stones” que llevaba, era perfecta y no pude
dejarla de ver, cuando ella sonrió tiernamente, me desespere en ese
instante y volví rápidamente a leer mi libro, cuando escuche la voz de
la mesera “Disculpe señor, aquí está su café” “Gracias” le respondí, me
puse más torpe de lo normal, me manche con la crema mientras ella
soltaba una pequeña y silenciosa risa, tal vez para algo era bueno, para
hacerla reír, bebía mi café mientras mi mente volvía nuevamente a
pensar en ella. Ya casi terminaba mi café y mi corazón se aceleraba cada
vez más, cuando termine mi café. Me decidí a pedir otro, tal vez el
Wiski que se mezclaba con el café me dé más valor, ella daba más
señales, miradas, sonrisas, se tocaba el pelo, lo cual me hacía poner
más nervioso, hasta que decidí mirarla a los ojos y devolverle la
sonrisa, entonces la mire, ella volteo y le sonreí, lo cual también hizo
ella, entonces decidí que ya era hora, guarde mi libro, mi móvil y pedí
la cuenta, la cual me trajeron de inmediato, la pague, tome el café
rápidamente y me levante del asiento allí seguía ella, mirando su móvil
como si nada ocurriese, como si no se notara lo sutil que no fui,
respire profundo y le dije “Hola” casi cayendo porque mis piernas
parecían dos fideos, ella volteo me miro y me respondió “Pensaba que ya
habías desistido” seguido de una risa suave, me puse rojo como un tomate
mientras lo único que hacía era sonreír, ella me dijo “siéntate”, yo
hice caso y le respondí con un “gracias” a lo cual ella dijo “¿Espérame
un momento si? Pagare la cuenta” le dije “Okei” y sonreí, ella se
levantó y se acercó a la caja, estaba a punto de desmayarme, no podía
creer lo que me estaba pasando hasta que ella volvió y salimos del café.
Conversábamos, nos reíamos, tenía más confianza, ya no tenía los
nervios del principio y fuimos a Regocijo, se llamaba Michelle, como la
canción, y como dice la letra está claro que la deseo, y también claro que la
conseguiré de alguna manera, entonces me conto que esperaba a alguien,
pero que ese alguien nunca aprecio y fue por eso que decidió ir a ese
café, “grata coincidencia” dijo, lo cual para mí fue como ganar la
lotería, pasaba la noche del viernes, el viernes que pensé que sería
tranquilo, se convirtió en uno de muchas emociones, entablamos una muy
linda amistad esa noche, que semanas después se convertiría en un gran
romance, nunca imagine que algo así me pasaría, fue grandioso, fueron dos
cafés y un amor, y también claro encontré el porqué de la plaza del
amor.